sábado, 1 de septiembre de 2012

Capítulo 13. Tercera Parte.


Cuelgo mi macuto sobre mi hombro dispuesta a comenzar el camino de vuelta a casa. Cuando llegamos, Irene y Rocío están sentadas en el sofá viendo todo lo que han comprado.
-          ¿Qué es todo eso?- Pregunto.
-          Hemos comprado llaveros e imanes para el frigo. Así ya tenemos regalos para la familia. – Contesta Irene.
-          ¿Y lo demás?
-          Hemos comprado pasta, nata para cocinar, champiñones, huevo y beicon.- Irene hace una pausa y sonríe. Entonces de un salto me abrazo a ella y comienzo a besarla por toda la cara.
-          ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias!- Repito constantemente.
-          ¿Qué pasa?- Pregunta Ariela interesada a Rocío, que no deja de reír.
-          Irene sabe que es su plato preferido y va a cocinar espagueti a la carbonara. ¡Nadie los hace como ella!

Interrumpe mi arrebato de cariño el sonido del timbre. Todas guardamos silencio y nos calmamos. La tensión que la situación provoca nos hace ponernos algo más serias. Contesto al telefonillo y les invito a subir. Matías e Ignacio entran en la casa con un gesto simpático. No parece que haya ocurrido nada grave.

-          Siéntense por favor.
-          Sí, gracias- Responden ambos mientras toman asiento en el mismo sofá que la última vez. De nuevo, nosotras nos sentamos juntas en el otro.
-          Bien – Comienza hablando Ignacio.- Ya que comentasteis que vinisteis hasta casa en taxi, conseguimos descubrir el número de taxi y hablamos con el taxista, que nos dio una información interesante que queremos contrastar.
-          ¿De qué se trata?- Pregunta Ariela.
-          En primer lugar, a ver…- El inspector extrae de una carpeta negra que lleva consigo una foto de un hombre.- ¿Es este el taxista que os trajo a casa?
-          Sí, es él. – Contesta Ariela. Después, los ojos de Ignacio se clavan en mí, y también los de Matías.
-          Sí, sí. – Contesto con rapidez.
-          Bien. Y, ¿notaron que algún coche os seguía de camino a casa, o sucedió algo después con dos chicos que iban en un coche?
-          No, ¿por qué?- Contesto.
-          Verás, el taxista dijo que mientras os traía a casa, un coche le siguió durante todo el camino, y que incluso trató de cambiar el recorrido en varias ocasiones pero que dicho coche no dejaba de perseguirle. – Ignacio se detiene y nos mira. Nosotras también nos miramos intrigadas, y a la vez preocupadas.- Después, os dejó a las tres en el mismo sitio, ¿Correcto?
-          Sí.- Respondo.
-          Y dice que ese coche estacionó unos metros atrás, y que tras unos segundos, continuó en la dirección hacia donde se iba Paola. El taxista esperó otros tantos segundos y dio una vuelta a la manzana para encontrarse con ellos de frente, pero ya no los vio, y tampoco a Paola. – Al oír la información, el vello de mi cuerpo se eriza. Es escalofriante pensar que alguien pudiera hacerle daño. – Desgraciadamente, no tenemos la matrícula del coche, aunque sí la marca y el color. Estamos hablando de un mini marrón oscuro con dos líneas algo más claras.

Ariela abre los ojos como platos y se lleva las manos a la boca. Mi reacción es más fría, sólo cierro los ojos con fuerza y trago saliva, aunque estoy segura de que lo que acabamos de oír me ha dolido más a mí. Mucho más. Irene y Rocío no logran entender qué nos ocurre, pero por mi reacción lo han logrado intuir. Se han mirado con brusquedad, e incluso Rocío se ha llevado una mano a la cabeza. Ignacio y Matías han notado que sabemos algo sobre ese coche.
-          ¿Y bien? – Pregunta Matías ansioso.
-          Bueno, conocemos a alguien que tiene un coche así, y personalmente no creo que haya otro igual. – Ignacio extrae esta vez de la carpeta un folio en blanco. Seguidamente, toma la pluma que viaja en el bolsillo de su camisa y que siempre le acompaña. – Se llama Enrique, y supongo que el otro chico sería Joss, su amigo. Los conocimos nosotras dos ese mismo día en la discoteca. Al salir, se ofrecieron a llevarnos a casa pero nos negamos.
-          Está bien, ¿Sabés algo más de ellos? Apellidos, dirección…
-          Bueno, Enrique trabaja en la compañía de ballet. Es nuestro fisioterapeuta. Podrán encontrarlo allí.
-          De todas formas, no creo que ellos hayan sido capaces de hacerle algo a Paola. Son buenos chicos. – Interviene Ariela.
-          Bueno, eso tienen que demostrarlo ellos.
-          ¿Son sospechosos, inspector?
-          De momento sí.

Y mientras ellos se van, allí nos quedamos, Irene y Rocío prácticamente mudas, Ariela angustiada por si Joss se ve involucrado en algo de lo que sabe que no es culpable, y yo, conteniendo mi rabia para no golpear a nadie, siendo consciente de que esta información que acabamos de recibir no es más que una confirmación de la realidad en la que se apoyaban mis temores. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡¡Me encantaría saber tu opinión!! Deja tu comentario...