lunes, 8 de octubre de 2012

Capítulo 16. Primera Parte.


Aún con las manos temblorosas a causa del susto, me reúno con mis amigas. Advierten mi preocupación, así que les relato lo ocurrido. No doy demasiados detalles, pues no tenemos mucho tiempo y queremos aprovecharlo bien. Pero es inevitable invertir al menos unas centésimas, milésimas de segundo en admirar el edificio en el que en un instante nos adentraremos. Numerosos toldos verdes con inscripciones doradas protegen del sol las decenas de ventanas que lo rodean. Una grabación del nombre del mismo desciende desde lo alto para terminar encima de la puerta. La misma puerta que, a gritos, nos invita a entrar y descubrir los maravillosos almacenes Harrods en Knightsbridge.

Antes de entrar, hago una foto en color sepia de la fachada de cinco alturas además del sótano y la planta baja. Una vez dentro, recorremos los pasillos, observando las carísimas prendas y complementos que se ofertan, admiramos aproximadamente 80 escaparates, sus miles de trabajadores y sus diferentes secciones. En Harrods puedes encontrarlo todo. Paseando, descubrimos la peluquería, la sección de alimentación, la juguetería, joyería, tienda de animales, bares, servicio de belleza, farmacia, restaurantes, incluso un departamento navideño que se inaugura en agosto, y un banco: Harrods Bank. Nos divertimos probándonos ropa, sombreros, pañuelos, probando cosméticos y riendo. Riendo mucho, y sobre todo, siendo nosotras.

Unos instantes después, visitamos la zona que rinde homenaje a Lady Diana y Dodi Al Fayed, perteneciente a la familia que construyó el imperio Harrods. Dos fotos rodeadas de flores hacen detenerse a quien pasa frente a ellas, suspirar, y recordarles con anhelo. En el paso de una planta a otra, y paseando de uno a otro departamento, llegamos a unas escaleras mecánicas que nos invitan a subir. Imitan un estilo antiguo y desde los balcones que dan a la escalera, diversos maniquís vestidos de gala observan un espectáculo. Una música clásica y una cantante de ópera nos deleitan en vivo con su magia. Londres en general es mágico. Londres te hace vibrar, te llena de vida. No puedo evitar cerrar los ojos e inspirar con fuerza, tratando de llenarme de esa magia, de esa tranquilidad, de esa paz que la cantante transmite a través de su voz.  
Una vez terminamos el recorrido, decidimos bajar a la planta baja de nuevo y comprar algún recuerdo. En esta planta de los almacenes, se pueden comprar todo tipo de regalos relacionados con Harrods. Ositos de peluche, chocolatinas, galletas, llaveros, camisetas, bolsas, cajas de todos los tamaños y muchos artículos más, todos ellos con el logo o los colores de Harrods. Yo me decido por un osito de peluche vestido con un suéter verde con la inscripción de Harrods en dorado. También adquiero un bolso de charol negro con imágenes típicas de la ciudad Londinense. Irene compra llaveros para sus padres y un monedero para ella con una imagen del mismo osito que mi peluche. Rocío se decanta por un bolso, algo más pequeño que el mío, también negro, pero con la inscripción de Harrods en el centro en color blanco. Ariela decide en principio no comprar nada, pero finalmente se rinde y se regala a sí misma un llavero con una figura de un buldog francés, el perro que la acompañaba día a día antes de abandonar Venezuela.

Pagamos nuestras adquisiciones en caja cuando alguien me reclama a través del teléfono móvil.
-          ¿Señorita Alba?
-          Sí, soy yo.
-          Le llamo desde la compañía de ballet México para informarle de que debe acudir esta tarde a una reunión en…
-          Deja, ya le aviso yo.- Una voz más lejana se apropia del teléfono para hablarme directamente.- Alba, soy Laura.
-          Sí, dígame Laura.
-          Verás, me gustaría que vinieses esta tarde a clase. Visitará la academia un importantísimo caza-talentos y personalmente creo que debería verte. Están buscando bailarinas para una gira por Arabia Saudí. Hay varias chicas que pueden encajar bastante bien en el perfil que persigue, pero sin duda tú eres de las favoritas. No faltes, es una grandísima oportunidad.

A penas me ha dado tiempo  a contestar cuando Laura ya había cortado la comunicación.  A continuación Ariela recibe la misma llamada. Sin embargo, no es Laura la que le comunica la noticia. Basta con la chica de recepción.
Irene y Rocío deciden seguir la ruta turística, y entre otras cosas, visitar Oxford street y la juguetería Hamleys. Ariela y yo debemos marchar a casa y prepararnos para la audición, y así lo hacemos.

Cuando llegamos a la compañía, pasamos directamente al salón de actos. Somos doce chicas, de las cuales sólo una puede marcharse. Podría ser mi gran oportunidad. De ellas sólo conozco a tres además de a Ari. Marina nos sonríe tímidamente, Angelica lo hace de una forma más amplia, pero María Isabella se limita a mirarnos con desprecio. Le devolvemos una mirada neutra. Ariela acaricia con la yema de sus dedos una de las puntas del lazo que Joss le regaló, y que cuelga de su pelo, recogido en un moño bajo. María Isabella lo advierte.
-          Si crees que por llevar ese estúpido regalo vas a hacerlo mejor estás muy equivocada.
-          Tienes razón, va a estar increíble. Pero no será por el lazo.- Le contesto de forma antipática, lo sé, pero es lo que merece.
-          Vaya, si tenemos una defensora. ¿Qué pasa? ¿Tu amiga no sabe hablar?- Dice mientras se acerca a nosotras con paso desafiante.
-          Por supuesto que sabe hablar, pero tiene por norma no hablar con imbéciles.

Ariela no puede evitar sonreír. Por el contrario, a María Isabella le desaparece al instante la estúpida sonrisa que tenía en la cara. Se queda pensando unos segundos hasta que hace el comentario más cruel de todos los que podía haber hecho.
-          Bueno, espero que te dé más suerte que a mi prima,- dice señalando a Angelica- Ella también lleva un lazo en el moño, ¿no te habías fijado? Por lo visto, Joss tiene por costumbre regalarlos. – Ariela enmudece. Esta vez sí parece que no sepa hablar, realmente no encuentra una respuesta lo suficientemente buena. Así que opto por hablar yo.
-          María Isabella …
-          ¿Sí?
-          Vete a la mierda.- Y doy fin a la conversación dándole la espalda a la bellísima y estúpida italiana.

La estruendosa risa de Ariela resuena por toda la sala. Yo también río, pero en silencio. Ambas comenzamos a realizar nuestros estiramientos y calentamientos. Aún no hemos terminado cuando las puertas del salón de actos se abren para recibir a tres ojeadores y a cada uno de nuestros profesores, incluido, por supuesto, nuestro director.

Tras dotarnos a cada una de un número, nos hacen subir al escenario para comenzar la prueba. Los nervios empiezan a recorrer nuestro cuerpo. Ariela no deja de frotarse las manos tratando de disimular su temblor. No está al cien por cien. Su mente ha viajado junto a Joss y mil dudas corren de un lado a otro de su cabeza. No deja mirar el lazo de Angelica, y está demasiado nerviosa como para rendir adecuadamente.

-          No tiene por qué ser cierto.- Le digo tratando de tranquilizarla.
-          Ya, ¿Y entonces cómo sabe que me lo regaló él?- Esta vez es ella la que me ha dejado sin palabras, y yo la que no encuentro la respuesta adecuada.
-          Bueno, en todo caso, no pienses en eso ahora o te despistarás.- Le digo mientras le doy un fuerte apretón en el hombro.- Luego hablaremos de eso. Dile a tu corazón que duerma un rato y centra todos tus sentidos en tus movimientos. No puedes fallar en nada, Ari. Es una oportunidad increíble.– Ariela asiente con la cabeza.

En realidad prefiero que esté nerviosa. Ariela es muy buena y tiene una técnica increíble, y no quiero que se marche. No quiero que la escojan a ella. Como siempre cuando estoy nerviosa, comienzo a tiritar y mi barbilla parece haber empezado a bailar antes de comenzar la música. María Isabella parece tranquila, pensativa, y cierra un poco los ojos como si tratase de enfocar algún pensamiento escondido en su mente. Como si algún plan estuviese siendo maquinado por su retorcido cerebro.

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