Aún con las manos temblorosas a causa del susto, me reúno
con mis amigas. Advierten mi preocupación, así que les relato lo ocurrido. No
doy demasiados detalles, pues no tenemos mucho tiempo y queremos aprovecharlo
bien. Pero es inevitable invertir al menos unas centésimas, milésimas de
segundo en admirar el edificio en el que en un instante nos adentraremos. Numerosos
toldos verdes con inscripciones doradas protegen del sol las decenas de
ventanas que lo rodean. Una grabación del nombre del mismo desciende desde lo
alto para terminar encima de la puerta. La misma puerta que, a gritos, nos
invita a entrar y descubrir los maravillosos almacenes Harrods en Knightsbridge.
Antes de entrar, hago una foto en color sepia de la fachada
de cinco alturas además del sótano y la planta baja. Una vez dentro, recorremos
los pasillos, observando las carísimas prendas y complementos que se ofertan,
admiramos aproximadamente 80 escaparates, sus miles de trabajadores y sus
diferentes secciones. En Harrods puedes encontrarlo todo. Paseando, descubrimos
la peluquería, la sección de alimentación, la juguetería, joyería, tienda de animales,
bares, servicio de belleza, farmacia, restaurantes, incluso un departamento
navideño que se inaugura en agosto, y un banco: Harrods Bank.
Nos divertimos probándonos ropa, sombreros, pañuelos, probando cosméticos y
riendo. Riendo mucho, y sobre todo, siendo nosotras.
Unos instantes después, visitamos la zona que rinde
homenaje a Lady Diana y Dodi Al Fayed, perteneciente a la familia que construyó
el imperio Harrods. Dos fotos rodeadas de flores hacen detenerse a quien pasa
frente a ellas, suspirar, y recordarles con anhelo. En el paso de una planta a
otra, y paseando de uno a otro departamento, llegamos a unas escaleras
mecánicas que nos invitan a subir. Imitan un estilo antiguo y desde los
balcones que dan a la escalera, diversos maniquís vestidos de gala observan un
espectáculo. Una música clásica y una cantante de ópera nos deleitan en vivo
con su magia. Londres en general es mágico. Londres te hace vibrar, te llena de
vida. No puedo evitar cerrar los ojos e inspirar con fuerza, tratando de
llenarme de esa magia, de esa tranquilidad, de esa paz que la cantante
transmite a través de su voz.
Una
vez terminamos el recorrido, decidimos bajar a la planta baja de nuevo y
comprar algún recuerdo. En esta planta de los
almacenes, se pueden comprar todo tipo de regalos relacionados con Harrods. Ositos de peluche, chocolatinas,
galletas, llaveros, camisetas, bolsas, cajas de todos los tamaños y muchos
artículos más, todos ellos con el logo o los colores de Harrods. Yo me decido
por un osito de peluche vestido con un suéter verde con la inscripción de
Harrods en dorado. También adquiero un bolso de charol negro con imágenes
típicas de la ciudad Londinense. Irene compra llaveros para sus padres y un
monedero para ella con una imagen del mismo osito que mi peluche. Rocío
se decanta por un bolso, algo más pequeño que el mío, también negro, pero con
la inscripción de Harrods en el
centro en color blanco. Ariela decide en principio no comprar nada, pero
finalmente se rinde y se regala a sí misma un llavero con una figura de un
buldog francés, el perro que la acompañaba día a día antes de abandonar
Venezuela.
Pagamos nuestras adquisiciones en
caja cuando alguien me reclama a través del teléfono móvil.
-
¿Señorita Alba?
-
Sí, soy yo.
-
Le llamo desde la compañía de ballet México para
informarle de que debe acudir esta tarde a una reunión en…
-
Deja, ya le aviso yo.- Una voz más lejana se
apropia del teléfono para hablarme directamente.- Alba, soy Laura.
-
Sí, dígame Laura.
-
Verás, me gustaría que vinieses esta tarde a
clase. Visitará la academia un importantísimo caza-talentos y personalmente
creo que debería verte. Están buscando bailarinas para una gira por Arabia Saudí.
Hay varias chicas que pueden encajar bastante bien en el perfil que persigue,
pero sin duda tú eres de las favoritas. No faltes, es una grandísima
oportunidad.
A penas me ha dado tiempo a contestar cuando Laura ya había cortado la
comunicación. A continuación Ariela
recibe la misma llamada. Sin embargo, no es Laura la que le comunica la
noticia. Basta con la chica de recepción.
Irene
y Rocío deciden seguir la ruta turística, y entre otras cosas, visitar Oxford
street y la juguetería Hamleys. Ariela y yo debemos marchar a casa y
prepararnos para la audición, y así lo hacemos.
Cuando
llegamos a la compañía, pasamos directamente al salón de actos. Somos doce chicas, de las cuales sólo una puede
marcharse. Podría ser mi gran oportunidad. De ellas sólo conozco a tres además
de a Ari. Marina nos sonríe tímidamente, Angelica lo hace de una forma más
amplia, pero María Isabella se limita a mirarnos con desprecio. Le devolvemos
una mirada neutra. Ariela acaricia con la yema de sus dedos una de las puntas
del lazo que Joss le regaló, y que cuelga de su pelo, recogido en un moño bajo.
María Isabella lo advierte.
-
Si crees que por llevar ese estúpido regalo vas a
hacerlo mejor estás muy equivocada.
-
Tienes razón, va a estar increíble. Pero no será por el
lazo.- Le contesto de forma antipática, lo sé, pero es lo que merece.
-
Vaya, si tenemos una defensora. ¿Qué pasa? ¿Tu amiga no
sabe hablar?- Dice mientras se acerca a nosotras con paso desafiante.
-
Por supuesto que sabe hablar, pero tiene por norma no
hablar con imbéciles.
Ariela no puede evitar sonreír.
Por el contrario, a María Isabella le desaparece al instante la estúpida
sonrisa que tenía en la cara. Se queda pensando unos segundos hasta que hace el
comentario más cruel de todos los que podía haber hecho.
-
Bueno, espero que te dé más suerte que a mi prima,-
dice señalando a Angelica- Ella también lleva un lazo en el moño, ¿no te habías
fijado? Por lo visto, Joss tiene por costumbre regalarlos. – Ariela enmudece.
Esta vez sí parece que no sepa hablar, realmente no encuentra una respuesta lo
suficientemente buena. Así que opto por hablar yo.
-
María Isabella …
-
¿Sí?
-
Vete a la mierda.- Y doy fin a la conversación dándole
la espalda a la bellísima y estúpida italiana.
La estruendosa risa de Ariela
resuena por toda la sala. Yo también río, pero en silencio. Ambas comenzamos a
realizar nuestros estiramientos y calentamientos. Aún no hemos terminado cuando
las puertas del salón de actos se abren para recibir a tres ojeadores y a cada
uno de nuestros profesores, incluido, por supuesto, nuestro director.
Tras dotarnos a cada una de un
número, nos hacen subir al escenario para comenzar la prueba. Los nervios
empiezan a recorrer nuestro cuerpo. Ariela no deja de frotarse las manos
tratando de disimular su temblor. No está al cien por cien. Su mente ha viajado
junto a Joss y mil dudas corren de un lado a otro de su cabeza. No deja mirar el
lazo de Angelica, y está demasiado nerviosa como para rendir adecuadamente.
-
No tiene por qué ser cierto.- Le digo tratando de
tranquilizarla.
-
Ya, ¿Y entonces cómo sabe que me lo regaló él?- Esta
vez es ella la que me ha dejado sin palabras, y yo la que no encuentro la
respuesta adecuada.
-
Bueno, en todo caso, no pienses en eso ahora o te
despistarás.- Le digo mientras le doy un fuerte apretón en el hombro.- Luego
hablaremos de eso. Dile a tu corazón que duerma un rato y centra todos tus
sentidos en tus movimientos. No puedes fallar en nada, Ari. Es una oportunidad
increíble.– Ariela asiente con la cabeza.
En realidad prefiero que esté
nerviosa. Ariela es muy buena y tiene una técnica increíble, y no quiero que se
marche. No quiero que la escojan a ella. Como siempre cuando estoy nerviosa,
comienzo a tiritar y mi barbilla parece haber empezado a bailar antes de comenzar
la música. María Isabella parece tranquila, pensativa, y cierra un poco los
ojos como si tratase de enfocar algún pensamiento escondido en su mente. Como
si algún plan estuviese siendo maquinado por su retorcido cerebro.
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