Entran algunos rayos de luz por la ventana que me hacen
despertar. Son las tres del mediodía, y me encuentro en la cama descansando un
poco. Cuando hemos terminado de comer necesitaba pensar, y finalmente me he
quedado dormida. Aún no sé si estoy obrando bien o equivocadamente, pero no
quiero enamorarme de alguien que pueda hacerme daño. Enrique ha tratado de
hablar conmigo hoy en varias ocasiones, pero no le doy pie a que la
conversación dure más de unos segundos. Incluso ha entrado a verme bailar en
alguna clase. Después he encontrado una nota en mi macuto que decía: “Vestida con mallot estás aún más bonita.
Enrique”. He sonreído, al menos por un instante. Pero la he doblado y
guardado directamente en el macuto sin volver a leerla. Me levanto de la cama,
voy hacia el macuto y la vuelvo a leer. Tiene una letra preciosa. La leo una y
otra vez, hasta que Ariela entra a la habitación.
-
Alba, tenemos que irnos ya, tus amigas no tardarán
mucho en llegar.
-
Voy ya.
Como me dijeron, Irene y Rocío vienen hoy a visitarme.
Vamos a recogerlas a Liverpool Station. Subimos al metro en dirección a
Moorgate. En sólo una parada estamos en la estación. Salimos a la calle hacia
la parada del autobús que llega desde el aeropuerto. Puedo verlas a través del
cristal de las ventanas. Las dos están pegadas a él y agitan con fuerza la
mano. Sonríen y dan saltitos en sus posiciones esperando impacientes poder
bajar del autobús. Cuando lo hacen, nos recibimos con un enorme abrazo
conjunto. Las tres nos rodeamos con nuestros brazos y gritamos, reímos, e
incluso lloramos un poco de la emoción. Están
tan guapas como siempre. Rocío tiene un cabello negro brillante. Lo tiene tan
largo como yo, le roza la cintura. Hoy lo lleva recogido en una trenza hacia el
lado izquierdo. Su piel clara y sus ojos oscuros contrastan a la perfección.
Irene se ha cambiado el color del pelo. Ahora lo luce castaño claro cubriendo
las mechas rubias que decoraban su cabello con
anterioridad. Hoy se nota que ha ido a la peluquería recientemente. Lo
lleva adecuadamente liso y cuidado. Irene es más alta. Su perfecta figura le
hubiese permitido ser modelo en caso de haberlo querido, pero nunca le
interesó. Las dos sonríen con plenitud y la felicidad del momento las hace aún
más bonitas.
Antes de que el autobús parta de nuevo, cada una saca su
equipaje de él.
-
¿Pero os habéis venido para unos días o para un mes?
-
Tenemos que ser previsoras ¿vale?- Dice Rocío mientras
arrastra su maleta.
-
Además, tu madre nos ha llenado las maletas de toda la
ropa que no trajiste. – Añade Irene.
-
Ok, entonces estáis perdonadas. Esta es Ariela, mi compañera
de piso, y de clase. Estamos las dos en la academia, la conocí en las pruebas
de acceso.
-
¡Hola! ¡He oído hablar mucho de vosotras! Estaba
deseando conoceros.
-
¡Vaya! Nosotras también queríamos conocerte. Aguantar a
Alba todo el día tiene mucho mérito.- Como siempre, Rocío bromea un poco.
-
¿Quieres dormir en la calle?- Le pregunto seria. Todas
reímos.
-
¿De dónde eres Ariela?- Pregunta Irene.- Tienes un
acento muy bonito.
-
De Venezuela.- Ríe Ariela.- Pero llámame Ari.
-
Vale, Ari. – Irene le guiña un ojo. Ariela responde con
una sonrisa.
Las cuatro entramos a la estación para tomar el metro con
dirección a casa. Irene y Rocío van prestando atención a cada paso que damos.
Ellas tampoco habían visitado Londres antes. En el metro, reímos mientras me
cuentan anécdotas que han vivido durante mi ausencia. Parece que han hecho
buenas migas con Ariela, lo cual es fantástico.
-
Te hemos echado muchísimo de menos. –Dice Irene
mientras me rodea con los brazos.
-
Sí, no sabes cuánto.
-
Yo también a vosotras. ¿Vais a venir a menudo, verdad?
-
Claro que sí. No te va a dar tiempo a echarnos más de
menos.- Dice Rocío.
-
Menos mal. – Digo mientras apoyo mi cabeza en el hombro
de Irene.
-
Bueno, vamos a lo que vamos.- Dice Rocío después de dar
una palmada y levantarse para ponerse frente a mí.- ¿Has conocido a alguien?
-
No, qué pesadas.
-
¿Cómo que no?- Dice Ariela abriendo sus ojos.- De
hecho, tú y yo tenemos una conversación pendiente, señorita.
-
No hay nada pendiente.- Contesto.
-
Un momento, un momento.- Interrumpe Rocío.- ¿Qué pasa
aquí?-Dice tratando de mantenerse seria, mientras cruza los brazos bajo el
pecho. Me mira arqueando las cejas esperando una respuesta que, por mi parte,
no llega. Entonces deja de mirarme.- ¿Ari?- Dice mirándola a ella.
-
Bueno, yo pensé que ya lo sabíais. Conocimos el fin de
semana a dos chicos. Y uno de ellos, guapísimo, por cierto, se interesó mucho
por Alba. Los hemos visto varias veces y creí que a Alba también le interesaba
pero a partir de ayer no quiere saber nada de él. Aún no sé por qué.
-
Cuéntanos. – Irene posa su mano sobre mi pierna. Yo
miro al suelo.
-
No hay nada que contar. Además, no quiero interesarme por
nadie porque si tuviese que marcharme de aquí cualquier cosa que hubiese
empezado acabaría.
-
Pero eso es absurdo, es cobardía. Es como no querer
vivir porque algún día moriremos.- Todas miramos a Ari tras la gran verdad que
ha pronunciado. Realmente me ha dejado sin argumentos.
-
Sí, llevas razón, pero de verdad, no me interesa, no me
gusta.
-
Vale, ¿alguien se lo cree?- Rocío habla en voz alta y
le pregunta al resto de pasajeros del vagón, los cuales ni se inmutan. – Porque
yo no me lo creo. ¿Qué pasa realmente? Te conozco, conozco tus gestos, y sé que
hay algo más.- Se arrodilla y se sitúa frente a mí, apoyando las manos sobre
mis rodillas.
-
No hay nada, en serio, no me gusta, ya está.
-
Bueno, vale,
pues cuéntame como es. – Añade Irene.
-
Pues no sé, es normal. Un chico normal.
-
Es guapísimo Alba.- Interviene Ari.
-
Vale sí, es guapísimo. – Hablo con frialdad, como si
realmente no me interesara.- Es mejicano, tiene veintitrés años, lo conocí en
una discoteca y he coincidido con él alguna vez más.- Mis amigas me escuchas
con atención.- ¡Ah! Y es
fisioterapeuta,- Hago una ligera pausa.- de la compañía de ballet. – Añado
mirando a mis amigas a los ojos.
-
Ya…- Rocío me devuelve la mirada y vuelve a levantarse.
Comienza a morderse las uñas, como cuando piensa en algo importante. Irene mira
en otra dirección.
-
¿Hay algún problema con eso?- Ariela se extraña. Nos
mira tratando de averiguar nuestros pensamientos. Irene y Rocío prefieren no
contestar.
-
Bueno…- Trato de explicar.- no quiero que se me
relacione con nadie de la compañía. No quiero que nadie crea que puedo obtener
favoritismo por tener algún tipo de amistad con alguien de allí.
-
Menuda tontería, ¡Lo conocimos antes de entrar!
-
Me da igual, eso la gente no lo sabe. – Airela no acaba
de comprenderlo. Pero mis amigas de siempre lo han entendido a la perfección.
De hecho, me compadecen. Nos conocemos tan bien que han advertido que realmente
me duele tener que ocultar mis sentimientos. Esos sentimientos que, también
ellas han notado que siento.
Felicitaciones por tu talento!! Llegué al blog por casualidad.. pero seguiré por aquí! Me estoy enganchando! XXX !!!!
ResponderEliminarMuchíiiismas gracias!! Un besazo! Espero que sigas por aquí...
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar