domingo, 12 de agosto de 2012

Capítulo 11. Primera Parte.


Entran algunos rayos de luz por la ventana que me hacen despertar. Son las tres del mediodía, y me encuentro en la cama descansando un poco. Cuando hemos terminado de comer necesitaba pensar, y finalmente me he quedado dormida. Aún no sé si estoy obrando bien o equivocadamente, pero no quiero enamorarme de alguien que pueda hacerme daño. Enrique ha tratado de hablar conmigo hoy en varias ocasiones, pero no le doy pie a que la conversación dure más de unos segundos. Incluso ha entrado a verme bailar en alguna clase. Después he encontrado una nota en mi macuto que decía: “Vestida con mallot estás aún más bonita. Enrique”. He sonreído, al menos por un instante. Pero la he doblado y guardado directamente en el macuto sin volver a leerla. Me levanto de la cama, voy hacia el macuto y la vuelvo a leer. Tiene una letra preciosa. La leo una y otra vez, hasta que Ariela entra a la habitación.

-          Alba, tenemos que irnos ya, tus amigas no tardarán mucho en llegar.
-          Voy ya.

Como me dijeron, Irene y Rocío vienen hoy a visitarme. Vamos a recogerlas a Liverpool Station. Subimos al metro en dirección a Moorgate. En sólo una parada estamos en la estación. Salimos a la calle hacia la parada del autobús que llega desde el aeropuerto. Puedo verlas a través del cristal de las ventanas. Las dos están pegadas a él y agitan con fuerza la mano. Sonríen y dan saltitos en sus posiciones esperando impacientes poder bajar del autobús. Cuando lo hacen, nos recibimos con un enorme abrazo conjunto. Las tres nos rodeamos con nuestros brazos y gritamos, reímos, e incluso lloramos un poco de la emoción.  Están tan guapas como siempre. Rocío tiene un cabello negro brillante. Lo tiene tan largo como yo, le roza la cintura. Hoy lo lleva recogido en una trenza hacia el lado izquierdo. Su piel clara y sus ojos oscuros contrastan a la perfección. Irene se ha cambiado el color del pelo. Ahora lo luce castaño claro cubriendo las mechas rubias que decoraban su cabello con  anterioridad. Hoy se nota que ha ido a la peluquería recientemente. Lo lleva adecuadamente liso y cuidado. Irene es más alta. Su perfecta figura le hubiese permitido ser modelo en caso de haberlo querido, pero nunca le interesó. Las dos sonríen con plenitud y la felicidad del momento las hace aún más bonitas.

Antes de que el autobús parta de nuevo, cada una saca su equipaje de él.
-          ¿Pero os habéis venido para unos días o para un mes?
-          Tenemos que ser previsoras ¿vale?- Dice Rocío mientras arrastra su maleta.
-          Además, tu madre nos ha llenado las maletas de toda la ropa que no trajiste. – Añade Irene.
-          Ok, entonces estáis perdonadas. Esta es Ariela, mi compañera de piso, y de clase. Estamos las dos en la academia, la conocí en las pruebas de acceso.
-          ¡Hola! ¡He oído hablar mucho de vosotras! Estaba deseando conoceros.
-          ¡Vaya! Nosotras también queríamos conocerte. Aguantar a Alba todo el día tiene mucho mérito.- Como siempre, Rocío bromea un poco.
-          ¿Quieres dormir en la calle?- Le pregunto seria. Todas reímos.
-          ¿De dónde eres Ariela?- Pregunta Irene.- Tienes un acento muy bonito.
-          De Venezuela.- Ríe Ariela.- Pero llámame Ari.
-          Vale, Ari. – Irene le guiña un ojo. Ariela responde con una sonrisa.

Las cuatro entramos a la estación para tomar el metro con dirección a casa. Irene y Rocío van prestando atención a cada paso que damos. Ellas tampoco habían visitado Londres antes. En el metro, reímos mientras me cuentan anécdotas que han vivido durante mi ausencia. Parece que han hecho buenas migas con Ariela, lo cual es fantástico.

-          Te hemos echado muchísimo de menos. –Dice Irene mientras me rodea con los brazos.
-          Sí, no sabes cuánto.
-          Yo también a vosotras. ¿Vais a venir a menudo, verdad?
-          Claro que sí. No te va a dar tiempo a echarnos más de menos.- Dice Rocío.
-          Menos mal. – Digo mientras apoyo mi cabeza en el hombro de Irene.
-          Bueno, vamos a lo que vamos.- Dice Rocío después de dar una palmada y levantarse para ponerse frente a mí.- ¿Has conocido a alguien?
-          No, qué pesadas.
-          ¿Cómo que no?- Dice Ariela abriendo sus ojos.- De hecho, tú y yo tenemos una conversación pendiente, señorita.
-          No hay nada pendiente.- Contesto.
-          Un momento, un momento.- Interrumpe Rocío.- ¿Qué pasa aquí?-Dice tratando de mantenerse seria, mientras cruza los brazos bajo el pecho. Me mira arqueando las cejas esperando una respuesta que, por mi parte, no llega. Entonces deja de mirarme.- ¿Ari?- Dice mirándola a ella.
-          Bueno, yo pensé que ya lo sabíais. Conocimos el fin de semana a dos chicos. Y uno de ellos, guapísimo, por cierto, se interesó mucho por Alba. Los hemos visto varias veces y creí que a Alba también le interesaba pero a partir de ayer no quiere saber nada de él. Aún no sé por qué.
-          Cuéntanos. – Irene posa su mano sobre mi pierna. Yo miro al suelo.
-          No hay nada que contar. Además, no quiero interesarme por nadie porque si tuviese que marcharme de aquí cualquier cosa que hubiese empezado acabaría.
-          Pero eso es absurdo, es cobardía. Es como no querer vivir porque algún día moriremos.- Todas miramos a Ari tras la gran verdad que ha pronunciado. Realmente me ha dejado sin argumentos.
-          Sí, llevas razón, pero de verdad, no me interesa, no me gusta.
-          Vale, ¿alguien se lo cree?- Rocío habla en voz alta y le pregunta al resto de pasajeros del vagón, los cuales ni se inmutan. – Porque yo no me lo creo. ¿Qué pasa realmente? Te conozco, conozco tus gestos, y sé que hay algo más.- Se arrodilla y se sitúa frente a mí, apoyando las manos sobre mis rodillas.
-          No hay nada, en serio, no me gusta, ya está.
-          Bueno,  vale, pues cuéntame como es. – Añade Irene.
-          Pues no sé, es normal. Un chico normal.
-          Es guapísimo Alba.- Interviene Ari.
-          Vale sí, es guapísimo. – Hablo con frialdad, como si realmente no me interesara.- Es mejicano, tiene veintitrés años, lo conocí en una discoteca y he coincidido con él alguna vez más.- Mis amigas me escuchas con atención.-  ¡Ah! Y es fisioterapeuta,- Hago una ligera pausa.- de la compañía de ballet. – Añado mirando a mis amigas a los ojos.
-          Ya…- Rocío me devuelve la mirada y vuelve a levantarse. Comienza a morderse las uñas, como cuando piensa en algo importante. Irene mira en otra dirección.
-          ¿Hay algún problema con eso?- Ariela se extraña. Nos mira tratando de averiguar nuestros pensamientos. Irene y Rocío prefieren no contestar.
-          Bueno…- Trato de explicar.- no quiero que se me relacione con nadie de la compañía. No quiero que nadie crea que puedo obtener favoritismo por tener algún tipo de amistad con alguien de allí.
-          Menuda tontería, ¡Lo conocimos antes de entrar!
-          Me da igual, eso la gente no lo sabe. – Airela no acaba de comprenderlo. Pero mis amigas de siempre lo han entendido a la perfección. De hecho, me compadecen. Nos conocemos tan bien que han advertido que realmente me duele tener que ocultar mis sentimientos. Esos sentimientos que, también ellas han notado que siento.

3 comentarios:

  1. Felicitaciones por tu talento!! Llegué al blog por casualidad.. pero seguiré por aquí! Me estoy enganchando! XXX !!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchíiiismas gracias!! Un besazo! Espero que sigas por aquí...

      Eliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar

¡¡Me encantaría saber tu opinión!! Deja tu comentario...