A miles y miles de kilómetros de
Londres, un grupo de chicas habitan una gran mansión. Todas van ligeras de ropa
y visten con seda natural. Los colores de sus telas son alegres, incoherentes
con lo que sienten sus corazones. Una de ellas mueve sus caderas al son de la
melodía que le marca un laúd. De sus ojos caen finas lágrimas invisibles para
los tres hombres que la observan. Las demás comparten una misma habitación.
Hidratan su piel con crema de un olor dulce. No se dirigen una palabra, y
apenas levantan la mirada del suelo. La confianza es escasa a pesar de que la
situación y las vivencias han sido idénticas para todas desde hace algún
tiempo. Esta noche deben vestirse de una forma adecuada para la ocasión, deben
estar bellas y sensuales. Las cinco chicas masajean sus cuerpos con la crema, y
sienten repulsión al mirarse al espejo.
Se oye el timbre. En esta ocasión
el silencio parece aún mayor. Se miran asustadas. Se abre la puerta. Llantos y
gritos femeninos inundan las inmediaciones de la gran casa. Ninguna de las
presentes logra disimular su terror. Un escalofrío recorre la espalda de cada
una de ellas, pero nadie hace el amago de asomarse para averiguar qué ocurre.
Ellas ya lo saben. Ha llegado nueva mercancía. Esta noche, este palacio, uno de
los más grandes de Arabia Saudí, celebra una gran fiesta.
A otros tantos miles de kilómetros
de Londres, aunque en otra dirección, otro grupo de mujeres hablan entre ellas. Se encuentran en una gran nave industrial. Cuatro
chicas están algo apartadas del resto. Entre todas, suman casi un centenar.
Todas están agotadas, malnutridas y algunas algo deshidratadas. Más de la mitad
oculta bajo sus ropas señales de violencia. De entre el resto, algunas ni
siquiera logran ocultarlas, sus pómulos tienen un color amoratado y sus labios muestran
heridas ensangrentadas. Sus cabellos son ásperos y están enmarañados, casi
todos recogidos en moños o trenzas. Ni una de ellas va maquillada, lo que les
da un aspecto aún más demacrado. A excepción de cuando detienen su trabajo para
secarse el sudor de la frente como consecuencia de un calor horroroso, sujetan continuamente
entre sus manos diversos tipos de telas, tejidos y materiales. Setenta y cinco
máquinas de coser tejen al mismo tiempo en esta habitación. En las contiguas,
más máquinas, y más mujeres. Doce de ellas, naturales de ese país, dirigen el
trabajo, remiendan los errores y examinan la calidad del trabajo realizado.
Otros catorce hombres se limitan a apoyar su espalda en la pared mientras
vigilan a las trabajadoras y aseguran su buen rendimiento o vigilan los accesos
a la nave con armas de fuego entre sus manos.
Cayetana cose a mano el bordado
de un bolso de piel. El cabello le molesta en ocasiones sobre sus tristes ojos.
Los pómulos se marcan bajo la piel de su rostro. Ha perdido mucho peso desde
que se encuentra allí. Trabaja muy duro por nada a cambio. Sólo trabaja para
soñar con salir de ese mundo algún día y volver a la normalidad. Sólo trabaja
para permitir que su hijo pueda alimentarse. Si no ha tratado de suicidarse, a
pesar de haber deseado en ocasiones la muerte, es por este niño que trajo hace
tan sólo nueve semanas al mundo. El trabajo es extremadamente duro y se
prolonga a casi la totalidad del día. Todas sus compañeras experimentan una
sensación similar, y ninguna de ellas, por supuesto, está en ese lugar por
devoción. Las manos de Cayetana, al igual que las del resto, se encuentran
sucias, y llenas de cortes y heridas provocados por el material con el que
trabajan. También siente sucia el alma. A veces le da la sensación de que algo
la desgarra por dentro, y muerde sus labios con fuerza para evitar sollozar. En
otras ocasiones, aprieta fuerte sus puños para no gritar. En su interior se
esconde una inmensa rabia. Cuando mira a su hijo, en silencio durante la noche,
se odia. Ya lleva junto a ella más de dos meses, pero no consigue amarlo.
Siempre había soñado con tener un bebé al que dar amor, pero en esta ocasión no
ha logrado hacerlo. No cuando el bebé no es deseado. No cuando es fruto de una
violación. Sólo se promete, a sus veinticuatro años, lograr quererlo y poder
darle una educación tan pura como sus padres le dieron a ella. Pero para ello,
debe escapar de aquí.
De nuevo en Arabia, unas horas
más tarde. El palacio comienza a recibir a sus invitados. Por supuesto, todos
hombres. Las mujeres ya les esperan allí. Las que llevan un mayor tiempo entre
esas paredes siguen encerradas en la habitación hasta el momento de la subasta.
El resto, se encuentran encerradas en una habitación más alejada, más
insonorizada y más oscura. Algunas ya han recibido los primeros golpes para
conseguir su silencio. A otras no les ha hecho falta, con el sufrimiento de sus
compañeras les ha bastado. Una de ellas, más valiente, o más inconsciente,
sigue gritando y exigiendo que la saquen de ese lugar. Paola golpea la puerta y
las paredes con rabia y decisión. Realmente tiene más miedo que esperanza, pero
esta es su única opción. Después de algo menos de un minuto gritando, uno de
los hombres entra a por ella. No le da tiempo a golpearla, se abalanza sobre él
y le golpea en la cara, cabeza y pecho, a la vez que le insulta entre llantos y
gritos. El hombre tropieza y se apoya en la pared. Ella, aprovecha y sale
corriendo de la habitación. Qué lástima que en el pasillo un segundo hombre la
espere. Ha acudido alarmado por los gritos. Sin mediar palabra, este la coge por
el pelo y la arrastra literalmente por el mármol del suelo. La chica sigue
gritando. Los dos hombres se meten con ella en una habitación. Ahora, piensan
ellos, tendrá su merecido. Paola vive los peores minutos de su vida. Entre los
dos le arrancan la ropa, y también la dignidad, pero no pueden callarla. Ahora
su voz resuena con más fuerza, sus gritos son más desgarradores. En la
habitación contigua, las chicas lloran al
escucharla. Tanto ellas como Paola han aprendido que no deben revelarse,
y que esta es una situación de la que, de momento, no pueden escapar. En sus
mentes intentan averiguar dónde están, qué hacen en aquel lugar, y sobre todo,
qué pasará con ellas.
Que buena forma d hacer un blog!! =)
ResponderEliminarMe encanta leer, así q of course q te sigoo guapii!!
un besitooo
http://thatsimplygirl.blogspot.com
Muchísimas gracias!! Un besitooo
ResponderEliminarEey!!! pasate por mi blog que te he concedido un premioo!!! jajjajaja Espero que te haga ilusion wapa!!! Un beso!!!
ResponderEliminarwww.vamonosdetiendas.blogspot.com