domingo, 5 de agosto de 2012

Capítulo 9. Completo


El domingo ha pasado rápido. Ariela pasó todo el día enganchada a su teléfono móvil. Cada dos minutos tenía un nuevo mensaje de Joss, y cada vez que recibía alguno de ellos sus labios esbozaban una sonrisa. Pasó todo el día cantando y bailando de aquí para allá. Está feliz. Yo me alegro, pero a la vez me asusta. Ya lo dice el dicho, “lo que rápido empieza, rápido acaba”, y me da la sensación de que Ariela está demasiado ilusionada para conocer a Joss tan poco tiempo. Pero, precisamente, el tiempo lo demostrará todo. Ayer tuve todo el día a Enrique en la cabeza. Quizá por eso estoy tan asustada. Nunca había sentido nada igual por alguien a quien conozco de tan sólo unas horas, pero no dejo de pensar en su sonrisa y en sus simpáticos ojos, y en sus manos…y en todo. Espero verle pronto.
Ya es lunes. Ariela y yo vamos de camino a clase. Como nos indicaron, vamos hacia el salón de actos. Nos sentamos en dos de las tantas butacas que hay situadas frente a un grande y reluciente escenario. Unos minutos más tarde, el dueño de la compañía aparece sobre el escenario.
-          Alumnos y alumnas, tanto veteranos como novatos. El suelo que piso será el escenario donde debutaréis dentro de unos meses. De esta compañía han salido magníficos bailarines, y sobre este escenario- lo señala con las palmas de las manos abiertas hacia abajo- tendréis la oportunidad de demostrar todas vuestras capacidades. No sé si sabéis, que a cada actuación asisten profesionales del baile internacionales, y que pueden interesarse por cualquiera de vosotros, lo que supondría viajar, quizá a otro país a seguir vuestra formación, o incluso a comenzar a trabajar y ganar dinero. Estas son algunas de las personas- con un mando activa el proyector de diapositivas que muestra distintas fotografías de chicas y chicos en actuaciones de ballet.- que han comenzado en esta compañía,  y que han salido siendo estrellas. Espero que vuestra experiencia aquí sea inolvidable, y que lleguéis… que voléis muy alto.
Los estudiantes aplauden enloquecidos y ansiosos por comenzar sus clases. Salvador abandona el escenario y aparecen todos los profesores para presentarse. Una gran cantidad de bailarines observamos interesados. En cambio, María Isabella está constantemente mirando en todas direcciones. Es como si buscase a alguien. Ha mandado ya varios mensajes con su móvil y no ha obtenido respuesta de ninguno. Parece preocupada por algo, pero no le doy más importancia. Tras las presentaciones, todos abandonamos el salón de actos y nos dirigimos a nuestra clase correspondiente. Las barras de ballet están dispuestas en el centro de la clase. Mano izquierda sobre la barra, mano derecha en posición preparatoria, lanzamos el pie derecho al aire hacia delante, detrás, y hacia el lado en repetidas ocasiones.  Después repetimos el ejercicio con la otra pierna. Ahora toca el turno de los pliés, en todas las posiciones de pies. Laura nos corrige la posición de la barbilla, espalda o pecho. Con la cabeza asiente si lo hacemos bien, y dulcemente nos corrige si nos equivocamos. Pasamos una hora y media entre ejercicios de barra, centro, diagonales y demás ejercicios. Toca el momento del intercambio. Un día agotador, como serán los siguientes. Después de unos diez minutos de descanso, pasamos a otra clase, esta vez contemporáneo, y así durante varias horas. Pasaremos unas semanas de ejercicios preparatorios para comenzar después con las coreografías. Al terminar la jornada, pasamos al vestuario para ducharnos y cambiarnos. Las chicas apenas interactúan con las demás. Sobre todo entre las veteranas, hay un clima de competencia y enemistad. Ariela y yo hemos saludado al entrar y nadie nos ha contestado. Apenas dos o tres de las nuevas se giran para mirarnos. Ariela y yo nos miramos sorprendidas.
-          A lo mejor es porque no entienden el idioma. –Dice riéndose.
-          Sí, ya lo creo. - Contesto irónicamente. – Oye, no he visto a Paola por ningún sitio. ¿La has visto tú?
-          No, la verdad es que no. Qué raro. Aunque a lo mejor ha estado en otra clase.
-          Sí…- Le contesto preocupada.- Puede ser.
Ari y yo nos duchamos rápidas y salimos del vestuario con el pelo mojado. Justo antes de salir, oigo a mis espaldas.
-          Flipada, ¿Te acompaño a algún sitio?.- Oigo detrás de mí. De nuevo es Enrique. Lleva un uniforme azul.
-          ¡Eh! ¿Qué pasa?. ¿Me estás siguiendo? No aguantabas sin verme…
-          Sí…anda….- Dice dirigiéndose a Ariela y señalándome con el pulgar.- Tranquila. Yo trabajo aquí.
-          ¿Qué?- Comienzo a ponerme nerviosa.
-          Soy fisioterapeuta ¿No te acuerdas? Nos vimos el primer día.
-          No… yo… no sé, sí, me sonaba tu cara, pero no… no te había relacionado.
-          Bueno, pues ya lo sabes. Vas a tenerme cerca.
-          Sí, qué bien. Bueno, yo tengo que irme… ya nos veremos.
-          Eh… vale. ¿os apetece hacer algo luego?
-          Yo estoy muy cansada. En serio, tengo que irme.
-          Alba, ¿estás bien?- Ariela advierte mi nerviosismo.- ¿A dónde vas?- En ese momento suena el móvil de Enrique, quien rechaza la llamada.
-          Sí, claro, perfecta. Bueno, adiós. – Y marcho, casi corriendo, dejando allí a Ariela y a Enrique con la boca abierta.
 No puedo creer que trabaje ahí. Que mierda de coincidencia. Joder. ¿Por qué? ¿Y por qué me importa tanto? Debería darme igual. Bien, vale, trabaja en la compañía, la solución sería no volver a verle fuera de ahí. Pero, ¿Por qué me duele tener que dejar de verle? ¿Y si no estuviera tan relacionado con la compañía? No, no puedo fiarme.  Es arriesgado, podría complicarlo todo. Necesito dar una vuelta, pensar. Sí, pensar. Al levantar la cabeza y mirar al frente, observo a Don Salvador caminando unos metros más adelante que yo, mientras habla con alguien por su teléfono móvil.
-          Sí, son geniales. No he tenido ocasión de verlas en profundidad pero creo que son magníficas. Tienen una preparación física, y por supuesto un físico, espectacular. No vamos a tener problemas con ellas, nos van a llover las ofertas. – Hace una pausa para escuchar la voz al otro lado del teléfono.- Sí, claro, las he escogido de acuerdo a un perfil que sea más vendible y más atractivo para el cliente. – Otra pausa.- Sí, en especial hay tres o cuatro que son muy buenas. Una yugoslava, una rusa, una española…- ¿Una española? Esa soy yo. ¿Qué querrá decir? Quizá que tenemos más probabilidad de ir a otros países. Decido seguir escuchando.- Bien, todo perfecto, sube sus fotos de ficha y sus historiales a la red, así todo va más rápido, en cuando nos soliciten información  pueden venir a verlos y pedirán el traslado de alguna, bueno, o alguno. Todos han entrado con muchas ganas, están muy ilusionados…
No he podido oír más, ha mirado hacia atrás y me ha notado demasiado cerca. Por fortuna, no me ha reconocido, el cambio del moño al pelo suelto, y del mallot a la ropa de calle es bastante grande. En fin, creo que ha sido suficiente. Así que, soy de las buenas, y puede que vaya a otro país. Genial, esto va a ser más fácil de lo que pensaba.
Cambio de dirección y comienzo a callejear por las bonitas calles de Notting Hill. Voy tan concentrada en mis pensamientos que ni siquiera me detengo a observarlas. Al cabo de dos o tres manzanas, entro a un pequeño local. La luz es tenue, y los objetos que decoran la sala, escasos. Bastan un par de mesas de escritorio, un flexo en cada una, varias sillas alrededor y una pizarra para completar el mobiliario. Un señor algo canoso escribe en un folio detrás de una de las mesas.
-          Buenos días.- Le interrumpo.
-          Buenos días…
-          Alba Marín, señor. Encantada.
-          Igualmente- Dice mientras se levanta y estrecha cordialmente mi mano derecha.- Siéntese. – Lo hago.-Bueno, dígame.
-          Bueno, venía principalmente a presentarme formalmente, y a decirle que he asistido hoy a clase por primera vez. Ya hemos visto a Salvador y a todos los profesores. Ah, y Salvador ya ha informado sobre las posibles contrataciones por parte de otras compañías.
-          ¿Ya? ¿Tan pronto?
-          Sí, pero hay más. Acabo de oírle una conversación por teléfono. Ya van a colgar la información de las chicas en Internet.
-          Joder, no se le va a hacer tarde.
-          No, pero espera, hay más. – Me pongo algo seria. El señor se inclina hacia delante mostrando interés.- Ha hablado de mí, y de dos chicas más, creo que ha dicho algo de que podemos interesar bastante a los clientes.
-          Bien, nos va a solucionar la mitad del trabajo. En ese caso, hay que estar preparados. Debes entrenar mucho, y trata de que te consigan un traslado pronto.
-          Sí, señor. Por cierto, no le he dicho que también he conocido al médico…
-          Sí, él es una figura importante en la compañía.- Me interrumpe antes de que pueda llegar al objetivo de la frase.
-          ¿Ah, sí? Bueno, y al fisio.
-          Sí, bueno, es el sobrino del dueño.
-          ¿Qué?- Esa información me hace más daño del que imaginaba.-  O sea, que está metido hasta el fondo en la compañía.
-          Bueno, no creo. Es muy joven. Y en sus cuentas sólo aparece su sueldo base. ¿Sabes por dónde voy, no?
-          Sí, claro…lo único que pasa es que no sé en quien confiar.
-          ¿Quieres un consejo?
-          Sí.
-          No te fíes de nadie.
-          Ah… gracias.- Digo decepcionada. Sinceramente, no es lo que esperaba oír.- Bueno, tengo que marcharme. Aunque, otra cosa más. Conocí a una chica que debió haber ido hoy a clase, y no ha sido así.
-          Bueno, tampoco tenemos que ser dramáticos. Puede haber faltado por cualquier cosa.
-          Ya, claro.- Me giro para marcharme.
-          Sí, ah… y Alba…- Levanto la mirada y escucho atentamente.- Trata de venir aquí lo menos posible. Comunícate con nosotros por teléfono o mail.
-          Ok.
-          No queremos que esto se estropee ¿no?
-          No, claro.
-          Bien, pues te ayudaremos a que consigas lo que llevas tanto tiempo soñando.- Y con una débil sonrisa abandono aquel oscuro lugar.
Ya en la calle, apoyo mi espalda sobre la fachada. Milagrosamente, puedo oír la conversación que mantiene el señor al que acabo de visitar.
-          Sí. Hay que empezar a prepararse. Todo está conectado, lo importante es poder demostrarlo. Por cierto, ha venido la señorita Alba Marín para que la conociera. Me gusta esa chica, creo que va a trabajar muy bien.- Se hace una pausa.- No seas imbécil, qué tiene que ver su edad, ya te ha demostrado suficiente valentía metiéndose en esto. Además, ha estado entrenando muy duro durante seis meses y me han hablado muy bien de ella.- Otra pausa.- Sí, es lo que parece. Es una chica de muy buena familia y con unos modales excelentes.- No puedo evitar sonreír al escucharlo.- pero quizá esa sea su mejor arma, nadie espera nada de ella. No la subestimes, el entrenador me ha dicho que tiene un coraje sorprendente, y, lo más importante, tiene algo que los demás no tienen… sed de venganza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡¡Me encantaría saber tu opinión!! Deja tu comentario...