sábado, 4 de agosto de 2012

Capítulo 8. Tercera Parte.


-          Tienes la nariz roja otra vez.
-          ¡Imbécil!- le digo mientras me escabullo entre sus brazos fingiendo un enfado.
-          ¿Por qué te enfadas? La tienes roja, pareces un payaso.
-          ¿Sí? Pues tú eres imbécil.
-          ¿Que yo qué?
-          Que eres imbécil. – Enrique suelta una carcajada mientras yo trato de mantenerme seria.
-          ¿Y qué quieres que haga?- Pregunta mientras abre las manos sonriente.
-          Nada, pero no te metas conmigo, si no, te seguiré sacando defectos.
-          Tu nariz roja no es un defecto.- Dice mientras se acerca.- Es directamente horrible. – Ahora se aleja rápidamente esquivando mi puñetazo directo al hombro.
-          Será… ¡idiota!
-          ¡1-1! Te la debía. Es broma… - Ríe mientras apoya su brazo sobre mis hombros.
-          Es broma, es broma.- Digo haciendo muecas con la cara para hacerle burla.
Después, se ofrece a llevarnos a casa. Esta vez tenemos que aceptar así que vamos a por su coche.
-          ¡Un mini!- Salgo corriendo hacia el coche.- ¡Me encantan!
-          Cuando quieras te lo dejo.
-          ¡Vale!- Voy hacia el lado del conductor y le quito las llaves de las manos. Enrique mueve la cabeza arrepintiéndose de lo que ha dicho. – Eh, tranquilo, se conducir… Soy la reina del embrague.- Todos nos echamos a reír.
-          ¿Has conducido alguna vez por la izquierda?
-          Sí claro, de toda la vida. – Arranco y salgo mientras Enrique apoya los codos en las rodillas, y la cabeza entre las manos.- Tú dirígeme que yo me encargo de lo demás.
Recorremos el camino bromeando. Conduzco con cautela, sé que Enrique está algo asustado. Ariela y Joss se besan en los asientos traseros. Puedo verlos por el retrovisor.
-          ¡Eh! ¿qué hacéis?- Grito mientras pellizco la pierna a Ari.- ¿Os dejo en un hotel?
-          No, no hace falta, gracias.- De nuevo volvemos a reír.
Llegamos a la entrada a Camden, así que estaciono el coche.
-          Nos quedamos aquí, la casa está cerca.
-          ¿Seguro que no queréis que os acompañemos?- Le dice Joss a Ariela.
-          No, no te preocupes.- Se dan un beso.- Mañana hablamos.
-          Ok.
Bajo del coche y tras de mí sale Ariela. Enrique se cruza en mi camino para pasar al sitio en el que yo he venido.
-          Conduzco bien, ¿eh?
-          Sí, me has dejado de piedra.
-          Sí, pero no sólo por esto… Por cierto, 2-1.- Digo mientras chasqueo los dedos delante de su cara.
-          Buah… menuda flipada.- Esta vez soy yo la que suelta una carcajada.
-          Oye… lo he pasado muy bien. Gracias por la cena.
-          De nada flipada.- Y con un gesto similar a quitarse el sombrero, se introduce en su coche y se marcha.

Mientras volvemos a casa siento una punzada en el corazón.  Quizá miedo. Quizá un mal presentimiento. Miedo a sufrir, miedo a amar, o mejor dicho, miedo a amar a la persona equivocada. Y lo más peligroso es que con las intuiciones, muy pocas veces me equivoco.

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