En la noche de Camden las personas beben cerveza en la
calle apoyados en las repisas de las ventanas de los bares. Algunas chicas
visten vestidos cortos y de tirantes y ni si quiera llevan chaqueta. Estarán
acostumbradas, supongo, pero me da frío sólo al verlas. Hay bastante movimiento
por las calles. Allí esperamos algo menos de cinco minutos hasta que llega un
taxi libre. Este es de color negro liso, sin publicidad ni inscripciones, pero
me sorprende más de lo que esperaba. En su interior, tras el conductor, hay
asientos para cinco personas, de manera que se puede viajar de espaldas al
conductor, y también de la forma corriente. Puedes hacer el trayecto de forma
cara a cara con tu acompañante. Ariela se sienta de espaldas al conductor y yo
lo hago en frente de ella.
-
A la mejor discoteca, por favor.- Indica Ariela.
-
Sí, señorita.
El taxi atraviesa diferentes zonas de Londres que
desconocemos, hasta que llegamos a la
puerta de la discoteca. Ariela entrega el importe al taxista y este marcha. Una
larguísima cola de gente rodea el frente de la discoteca. Al menos cien
personas esperan para entrar. Tres hombres escoltan la puerta de entrada. Ellos
deciden quién es digno de entrar y quién no. Pasamos por delante de ellos con
el fin de llegar al final de la hilera de personas y aguardar nuestro turno. Cuando
pasamos por delante de la puerta, un grupo de chicos está entrando. El primero
de ellos le habla al oído a uno de los porteros. Este último mira en dirección
a nosotras y nos hace un gesto con la mano para que vayamos. Así lo hacemos.
Sin decir nada, levanta el cordón que prohíbe la entrada y nos indica con la
cabeza que entremos. Al atravesar el hueco que el cordón ha dejado libre, me
detengo, le miro y pregunto:
-
¿Por qué?
-
Cumplo órdenes.- Contesta.- Un buen amigo y cliente me
lo pidió. Tomad estas pulseras, podéis beber lo que queráis. Invita la casa.
-
Gracias.- Contestamos riendo.
Ariela y yo nos miramos sorprendidas a la vez que
divertidas. Menuda racha. Esperemos que sigamos saliendo gratis todo el año. Es
genial. Entramos bailando antes de advertir qué tipo de música suena en el
momento. La discoteca es inmensa, está abarrotada de personas y la música suena
tan alta que parece que está golpeándote el pecho. Multitud de focos de colores
se mueven de aquí a allá sobre la pista. Un DJ mueve los platos mientras
tambalea su cabeza, sujeta por su mano izquierda, que se apoya en sus cascos
para oír mejor. Hay gente que baila de forma desmedida, otros se apoyan en la
barra y beben sin más. Nosotras hacemos un poco de todo. Bailamos un par de
canciones en la zona break, y después nos alejamos un rato a la barra a
descansar, hablar y reír. Es entonces cuando él se nos acerca.
no conocia tu blog..per me voy a ir al primer capitulo para engancharme!!! jaja Pasate por mi blog! ;) Un beso!!
ResponderEliminarwww.vamonosdetiendas.blogspot.com